En pleno siglo XXI, el periodismo deportivo en España sobrevive. Y lo hace en un escenario mutante, cambiante e incierto, o con la única certeza de que las grandes empresas quieren ganar dinero reduciendo personal y aprovechándose de las nuevas tecnologías para ello. Con robots que prácticamente escriben solos (tras previa educación humana) o con móviles que fotografían automáticamente con una calidad impensable hace un lustro.
Pero el ser humano es un superviviente, y en este periodismo deportivo tan vocacional, quien no arroja la toalla al banquillo, pivota, como buen jugador, para buscar el mejor ángulo donde ejercer su profesión, la de comunicar deporte. Así, la equipación con la que arroparse para trabajar cada vez es en menor medida por cuenta ajena. Algunos sí, los menos, tienen más suerte e incluso están sujetos a un convenio colectivo que a la mayoría de jóvenes menores de 35 años solo le han contado como si de una leyenda se tratase. Los más, tiene contratos que no reflejan las horas que dedican a su labor. Horarios inverosímiles los ha te- nido siempre esta profesión, pero ahora las horas se regalan o incluso no se gana lo suficiente ni para vivir… ¿Vacaciones? ‘No working, no money’.
Con suerte otros se visten de “falsos autónomos” y pagan la sorprendente cifra que en este país religiosamente abonan los autónomos al mes -con la base mínima-, 286,15 euros. Los medios de comunicación no han dejado todavía de sufrir su particular transformación digital (con el eterno debate de si se cobra o no por los contenidos) y con ella también sus profesionales. Aun- que a Hacienda le pilla todo esto a contrapié, dándose la paradoja de que, si el trabajo profesional que se realiza es escribir o fotografiar para un medio impreso, el periodista que factura está exento de añadir a sus facturas el IRPF (Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas); si ese mismo trabajo profesional, ese mismo texto o foto, se publica en el medio digital (portal web), ahí sí que tiene que dar buena cuenta del 15% del IRPF.
Ahora se es periodista fuera y dentro de un medio de comunicación tradicional, llevando las redes sociales de empresas, gestionando una institución, club o federación desde dentro con notas de prensa, discursos y convocatorias que, hasta en ocasiones, puede recibir el mismo periodista para su medio o el medio que también tiene como cliente parcelando su eterna jornada laboral.
Desde una óptica positiva, se multiplican las posibilidades en un escenario más parecido a la práctica del parkour, que a la del baloncesto. No hay reglas, no hay tiempos, no hay sis- temas… simplemente hay que tener resistencia y muchas opciones: escribir, narrar, editar, organizar, crear, diseñar, presentar, fotografiar, dirigir, realizar streaming… y los músculos que tiene el periodista son el de la ilusión, la motivación y las ganas de contar historias.
Y si da con la tecla, el periodista se vuelve multitarea, aprende de todo y no es maestro de nada, y se puede hasta atrever a dar el paso de montar su empresa, su sociedad y crear sus reglas. Eso sí, aumenta la cuota al mes, ya son autónomos societarios, que en este 2020 el abono al Estado es de 367,84 eu- ros, siempre que cotice por la base mínima. Las condiciones son tan esperpénticas que casi da vergüenza nombrarlas. Por ejemplo, de paro, por más tiempo que se trabaje, se araña solo un año máximo. Las mu- chas diferencias entre ejercer por cuenta propia o ajena son asfixiantes.
Eso sí, ganas la libertad de ejercer una de las profesiones más in- creíbles que pueden existir y vivir de ella. Horas, horas y horas… sin saber ni dónde, ni cómo, ni cuándo se jugará el partido laboral mañana; tampoco contra quién. Toca entrenar cada día, mejorar y no dejar de aprender nunca. Porque cambiará el canal o las reglas del juego, pero comunicar, hay que comunicar siempre con sentido, datos, criterio y honestidad.
Por Laura Perez Torres, directiva de la Asociación de la Prensa Deportiva de Málaga.