El pasado 11 de abril se cumplieron 11 años del fallecimiento de Juan Manuel Gozalo. Sólo un día después nos llega la noticia de la muerte de Luis Sanjurjo. Luis tenía 88 años; el coronavirus se lo ha llevado por delante. Es un dato objetivo y veraz. A Juanma le hizo prisionero el cáncer y no lo soltó hasta cobrarse su vida, con 66 años. Sanjurjo y Gozalo labraron sus respectivas leyendas en las ondas, cada uno en su área y con sus posibilidades; pero periodistas, al fin y al cabo. Crearon escuela y son innumerables los profesionales del periodismo que recibieron sus enseñanzas y disfrutaron de su amistad.
Gozalo y Luis, como Andrés de Sendra o Héctor del Mar, ambos también desaparecidos, dejaron su impronta. Y de ninguno de los cuatro, como de Joaquín Ramos, Joaquín Díaz Palacios, Matías Prats, Maricarmen Izquierdo, Miguel Ors o José Ángel de la Casa, trascendieron sus colores más allá de los encuentros entre amigos o familiares. No necesitaron ni bufandas ni redes sociales para dejar impronta. De Luis, aparte de su bonhomía, nos queda también su hijo Pepe, otro periodista a quien perdurar en este gremio no le ha resultado sencillo. Sigue luchando. Como tantos y tantos.
Hoy, amarrarse a esta bendita profesión es casi un acto de fe, cuando la crisis galopa y destruye miles de empleos y cuando si no te grabas a fuego el escudo de tu equipo en el pecho lo tienes difícil para salir a flote. El periodismo, el político y el deportivo, tiende a una peligrosa polarización que Sanjurjo, Gozalo, Ramos, Prats, Díaz Palacios, Vicente Marco, Fernández Abajo, De la Casa o Izquierdo no necesitaban para generar audiencia y seguidores. Casi todos somos víctimas de la crisis que avasalla a los medios de comunicación y reduce a no pocos comunicadores a la supervivencia, vecina de las colas del hambre. Pero estaba hablando de Luis Sanjurjo, que nos ha dejado, otra víctima más de una pandemia que es una lacra, y aliada de quienes en la carrera electoral compiten sin escrúpulos.
A Luis tuve la fortuna de conocerle cuando yo empezaba y él ya tenía un nombre. Cuando pude asociar su imagen a su voz, descubrí a la persona y al compañero, indivisibles. Descansa en Paz, amigo Luis. Desde la AEPD, nuestro más sentido pésame a toda la familia y a tantos y tantos amigos.
Julián Redondo, Presidente de la Asociación Española de la Prensa Deportiva.