Experiencia de: Yolanda Peris (Partido Villarreal-Sevilla)
Es lunes 22 de junio de 2020, finales del mes de junio, y hay fútbol. Otros años por estas fechas, seguramente estaría buscando temas debajo de las piedras desde la redacción o tomando el sol en Benicàssim. Pero esta temporada el coronavirus nos ha hecho modificar todas nuestras rutinas y costumbres, y LaLiga y el ‘play-off’ exprés a Segunda que jugará el Castellón nos tendrán entretenidos hasta finales de julio.
El Villarreal-Sevilla empieza a las 19:30 horas y, como los periodistas de prensa escrita solo podemos acceder al Estadio de la Cerámica 45 minutos antes del inicio, no tengo demasiada prisa en salir de casa. Llego al campo sobre las 18:30 horas y me reencuentro con los compañeros gráficos. Todos ataviados con mascarillas y saludándonos con los codos. Es la nueva normalidad.
Antes, esos sí, mi periódico, el Diario Mediterráneo de Grupo Prensa Ibérica tuvo a bien hacernos pasar, a los dos redactores y al fotógrafo que cubrimos la información del Villarreal, un Test rápido y también el PCR para que pudiéramos confirmar que éramos negativos con respecto al Covid19.
Entran al estadio primero los fotógrafos y se ubican en la grada, sin contacto alguno con el césped. A las 18:41, un guardia de seguridad nos dice al compañero Javi Pérez y a mí que nos quedan cuatro minutos para entrar. Puntualidad inglesa.
Yo no había ido todavía a cubrir ningún partido desde el pasado mes de marzo cuando se decretó el Estado de Alarma y me pilla todo de nuevas. Das el nombre en la puerta, te desinfectas las manos con gel hidroalcohólico y te toman la temperatura en la muñeca: 36.2. No hay problema para entrar. La gente del Club me da un peto y mi acreditación del partido (hay que acreditarse partido a partido) y un kit en el que hay una mascarilla quirúrgica, unos guantes y unos sobres de gel. Me pongo los guantes y paso a otra mesa en la que he de desinfectar el ordenador.
Desinfecto muy bien mí ordenador, recojo y subo a la tribuna de Prensa por las escaleras, porque el uso del ascensor también está prohibido. Al llegar, de nuevo nos hacen desinfectarnos las manos. Buscamos nuestro sitio y nos sentamos los tres redactores que estábamos, bien separados, como establecen las normas.
Se hace raro un estadio sin público, aunque en el Villarreal han llenado las gradas con imágenes de cartón de todos los socios que así lo quisieron y, pese a todo, da la sensación de incluso estar lleno. El ‘speaker’ da la bienvenida a todos los asistentes, suena el himno y empieza el partido. Eso sí, aunque se intenta dar ambiente con sonidos enlatados, se oyen las indicaciones y los aplausos que llegan desde uno y otro banquillo. O mejor dicho, desde la zona de la grada donde se ubican también los jugadores para mantener la distancia social de seguridad.
Trabajamos con relativa “normalidad” y rezando para que no llegue ningún gol en el descuento que nos haga cambiar toda la crónica, más que nada porque LaLiga sólo nos da diez minutos para abandonar el estadio después de que acabe el partido. Empate a dos, muchos aplausos para Bruno Soriano y a casa a seguir con el teletrabajo para cerrar las correspondientes páginas del periódico. No sin antes haber tirado en sendos contenedores el peto y la acreditación para evitar cualquier tipo de contagio.
Así es el protocolo de LaLiga, así son los partidos de la Liga Santander en una última fase de la temporada a la que llaman “nueva normalidad”. Así viví como periodista deportiva un encuentro que muchos recordarán porque Bruno Soriano (36 años) volvió a jugar con la camiseta amarilla tras 1.128 días sin hacerlo por culpa una grave lesión. No obstante, aunque este partido ha sido muy interesante, yo me quedo sin lugar a dudas con el fútbol de antes…
