El programa pionero del fútbol se emitió bajo la dirección de Juan Carlos Rivero con el mismo fragor dialéctico, pero con una enorme felicidad entre sus contertulios
Pedro P. San Martín. Vicepresidente de la AEPD (@PedroPSanmartin)
Sentado ante el escenario del Polideportivo Camilo Cano de La Nucía, mirando el panel gigante de Estudio Estadio en la pantalla led, echaba la vista atrás y me pellizcaba para saber que aquello era verdad. Otra vez lo habíamos conseguido. Otra vez un flashazo, una buena idea, un ¿Y si…? Se había convertido en realidad. Allí estaba mi programa de televisión, con mis compañeros periodistas felices, con un montón de técnicos de RTVE dispuestos a doblar faena y redondear la noche tras una Gala inolvidable. Queridos colegas de la AEPD Julián, Osvaldo, Alberto, Tomás, Yáñez, Patricia, Laura, Álvaro… que tercos sois, hasta que no lo conseguimos, no paramos de currar en ello. Estudio Estadio, el programa pionero de los resúmenes del fútbol y de los debates, el programa que yo veía con devoción siendo un crío, estaba ante mis ojos allí porque un día loco propuse que estuviera allí. ¿Qué más se puede pedir?
El alcalde de La Nucía, nuestro querido Bernabé Cano, fue el primer invitado de Fernando Ramos. Micrófono en mano le entró en la silla de grada. Bernabé no pudo más que descorchar una larga lista de calificativos de cariño y admiración hacia la AEPD. Eran muchas emociones acumuladas, pero acertó a decir con un nudo en la garganta que este pabellón donde se sucedían tantos eventos únicos lleva el nombre de su padre, Don Camilo, y que seguro se sentiría orgulloso de su hijo.
Juan Carlos Rivero, grande como profesional y quizás aún más como persona, retomó el hilo del programa para meter en vereda a Roberto Gómez, Lorena González, Gonzalo Miró y Carlos Carpio. De pronto una chispa provocada por un vídeo de Enrique Cerezo en la alfombra roja de La Gala hizo saltar el nombre de Griezmann y estalló el incendio. Se va, se queda, se quiere, se quiere quedar… batalla dialéctica en la que entraron Matallana y Juan Gato a saco. Subidón y vuelta al orden.
“Peter, sube al escenario”, me dijo Rivero. Confieso algo: nunca me pone nervioso el plató, pero en aquel momento estaba como un flan. No quería olvidarme de nadie en los agradecimientos por la Gala y por el programa: técnicos de tve, escenario, luces, sonido, presentadores… y por supuesto Ayuntamiento de La Nucía. El aplauso cerrado y sincero de mis compañeros me devolvió la sonrisa relajada y me puso en temperatura para hablar de Luca Zidane. “¿Por qué no puede ser portero del Madrid? Pues sólo faltaría que Gonzalito Miró decidiera quien juega y quien no juega en el Madrid”. ¡Vamos! Ya estamos liados.
Discutimos, nos enganchamos y también nos respetamos. Roberto Gómez rompe el hielo pidiendo al alcalde tres meses de vacaciones gratis en La Nucía. La carcajada general relaja la emisión. Rivero lanza sobre la mesa los nombres de Messi, el polémico VAR, las decisiones de Zidane… en definitiva el tradicional menú del día sobre el que jamás habrá acuerdo en las sillas, ni en Torrespaña ni en La Nucía. Da igual, en realidad somos felices siendo periodistas, analistas, informadores, es posible que hasta ‘influencers’ como se dice ahora.
Todo el mundo lo ha dicho: La Gala fue inolvidable y nos puso los pelos de punta. Pero estén seguros, lo que mis ojos no podían creer es que desde la moqueta azulona del Camilo Cano, en la Ciudad Deportiva de mi querido CF La Nucía, se emitiera el programa por excelencia del fútbol, el de mi niñez, el que fue premiado en la Gala por 40 años de trayectoria, el mítico Estudio Estadio. Gracias a todos por dejarme vivir este sueño.
